Onrubia, J.
(2009) Transformar para adaptar, adaptar para incluir: una mirada
psicoeducativa a la educación inclusiva. En C. Giné (coord), La
educación inclusiva. De la exclusión a la plena participación de todo el
alumnado. Barcelona: Horsori.
Por Carmen Paz Soto R.
Síntesis
del texto
Desde los años
90’ la educación inclusiva ha ido cobrando protagonismo, desplazando el
foco de atención desde las necesidades y dificultades particulares de los
alumnos hacia las barreras que los contextos educativos imponen para la
participación, desarrollo y aprendizaje de todos los alumnos.
En este
contexto, se busca presentar algunos conceptos y principios psicoeducativos
respecto a la educación inclusiva, los cuales pueden servir a una mejor
conceptualización y comprensión de la inclusión para la elaboración de
instrumentos de apoyo que permitan una transformación y mejora de escuelas.
I.
Una concepción interaccionista de las diferencias individuales y su
relación con el aprendizaje escolar.
Se destaca la
importancia del cambio del concepto de “necesidades educativas especiales” por
el de “barreras para el aprendizaje y la participación”. Este último adopta un
modelo social y no individual para explicar las dificultades en el aprendizaje
y la discapacidad, como resultados de la interacción entre los alumnos y su
contexto institucional, social, cultural, familiar, económico, etc.
Desde esta
concepción interaccionista de las diferencias individuales, se entiende que las
características personales no son fijas ni están predeterminadas, sino que
pueden modificarse en base a factores intrínsecos y extrínsecos que se
desarrollan en los contextos donde las personas participan y se desenvuelven.
Adquieren relevancia entonces las actividades, roles y relaciones
interpersonales que se experimenten en dichos contextos y también las ayudas o
apoyos que de ellos se desprenden.
Esta
perspectiva, inspirada en Vygotsky, destaca el carácter interactivo, contextual
y socio-cultural del aprendizaje y el desarrollo de los seres humanos, el cual
responde a un proceso complejo de construcción de capacidades mediadas
socialmente.
II. La enseñanza
adaptativa como instrumento para una educación inclusiva.
El autor
señala dos estrategias que las escuelas han utilizado frente a la presencia de
alumnos diversos. La primera renuncia a la idea de que todos los estudiantes
puedan alcanzar los mismos objetivos de aprendizaje, por lo que se generan
espacios alternativos según sus supuestas características y capacidades, por lo
tanto, son excluidos del sistema. La segunda, plantea que todos los alumnos
alcancen los mismos objetivos de aprendizaje, pero sin adecuar la enseñanza a
ellos y realizando intervenciones específicas para que se adapten a las formas de
enseñanza previstas por el sistema.
Dichas
estrategias no resultan coherentes con los planteamientos de una educación
inclusiva, ya que no permiten el derecho básico a tener una educación de
calidad para todos. También asumen las características de la enseñanza por
separado de las dificultades de aprendizaje, no tomando en cuenta las barreras
que el mismo entorno escolar impone para el aprendizaje y la participación.
El autor
plantea como propuesta para contribuir a la práctica de una educación inclusiva
a la “enseñanza adaptativa”, la cual apunta a mantener objetivos y aprendizajes
comunes a todos los alumnos (sin exclusiones de ningún tipo), mediante la
adaptación de formas y métodos de enseñanza a las características que los
alumnos presentan, entregándoles diversas formas de ayuda que sean flexibles en
cuanto al tipo y momento del aprendizaje por el que estén pasando los
estudiantes.
Se entiende
entonces que el desarrollo de capacidades psicológicas, competencias, saberes e
instrumentos culturales es un proceso mediado, donde las prácticas
educativas y la interacción con otros tienen un papel fundamental. Se deben
crear contextos del aula capaces de apoyar y promover el aprendizaje de un
alumnado heterogéneo, realizar ajustes que planteen nuevos y más complejos
desafíos, entregando el soporte y apoyo necesario para que estos sean
abordables adecuadamente. Por lo tanto, para dar una respuesta inclusiva a la
diversidad del alumnado se debe combinar una macroadaptación (planificación
curricular y organizativa) y una microadaptación (adaptación del proceso de
enseñanza en el aula). Ambas son imprescindibles y se relacionan constantemente.
III. Centros
inclusivos, aulas inclusivas: algunas características.
En este último
apartado se destacan las condiciones, características y prácticas de ciertas
escuelas que adoptan una perspectiva inclusiva. Entre ellas se destacan: un
proyecto educativo global y compartido por todos los agentes educativos,
asumiendo la diversidad como eje fundamental. La implicación, autoexigencia,
responsabilización, práctica comprometida y reflexiva de los profesionales del
área educativa. Un clima de aprendizaje favorable, una planificación coordinada
y flexible a nivel curricular como organizativo. Un aprovechamiento de los
recursos, del espacio, de las diversas formas de apoyo entre los miembros
de la comunidad educativa, una fuerte relación escuela-entorno, entre otras.
Por otro lado, menciona condiciones de las aulas inclusivas como espacios de
elaboración colectiva de conocimiento que permiten y fomentan diversas formas
de participación, utilización del trabajo cooperativo entre alumnos, promoción
de un aprendizaje autónomo y auto-regulado, entre otras.
Para
finalizar, se reflexiona sobre la posibilidad de lograr una educación
inclusiva, situación que constituye un proceso lento, complejo y difícil de
llevar a cabo. Sin embargo, los cambios serán progresivos en la medida que se
generen proyectos y medidas concretas que tomen en cuenta las condiciones
iniciales de los establecimientos, sus particularidades y se aprovechen
adecuadamente los conocimientos y experiencias de los miembros de la comunidad
educativa.
Comentario
Personal
Para llevar
a la práctica los principios y conceptualizaciones revisadas, el sistema
educativo debería apostar por una transformación global de la escuela, dejando
atrás la postura segregadora y excluyente que se ha enfocado (y muchas veces lo
sigue haciendo) en la dificultades o necesidades particulares de los alumnos,
dando principalmente respuestas técnicas a problemas sociales y de contexto.
Lamentablemente nos enfrenamos a un sistema educativo que tiende a valorar
negativamente la diferencia, eso conduce a la exclusión y la discriminación del
que no se ajusta a la norma entendida como el promedio, relegando a los alumnos
a espacios restringidos de aprendizaje y desarrollo, que acrecientan cada vez
más esas diferencias. Sería óptimo que se respetaran y aceptaran las
diferencias como enriquecedoras, generando un espacio inclusivo que esté en
función de dar respuestas a la diversidad por parte de toda la comunidad
educativa. Pues cada
miembro es un factor relevante en la generación de conocimientos y aprendizajes
que no apunten a la adaptación normalizadora, sino a la transformación e
inclusión, que se comprenda que todos tienen necesidades personales y
educativas diferentes que se deben potenciar para que todos aprendan, se
desarrollen y sean partícipes de la cultura.
Citas
textuales
“La educación
inclusiva supone, en definitiva, una apuesta por la reforma y transformación global
de la escuela y de los sistemas educativos, situando la capacidad de responder
de manera no excluyente ni segregadora a la diversidad de los alumnos, y de
promover el éxito escolar y la inclusión social de todos los alumnos, como eje
de la calidad de la enseñanza” (Onrubia, 2009, pp. 50).
“De acuerdo
con este modelo social, las barreras al aprendizaje y la participación se
generan a través de la interacción entre los alumnos y sus contextos, entre las
personas y las políticas, instituciones, culturas y circunstancias sociales y
económicas que afectan sus vidas” (pp. 51).
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