sábado, 8 de noviembre de 2014

Una reflexión crítica acerca de nuestro sistema educativo: INCLUSIÓN vs Integración

Me gustaría contarles acerca de algunas cosas que he aprendido este año luego del curso de Psicología Educacional del semestre pasado y el de Inclusión Educativa durante este semestre. 
En primer lugar, he entendido la relevancia de los procesos de interacción e influencia educativa en el aula como también la importancia de adoptar un enfoque de inclusión y aceptación de la diversidad en los sistemas escolares. Pienso que asistir a estos cursos y complementarlo con las lecturas de diversos autores (que hemos trabajado en este blog) ha sido muy enriquecedor para mi formación como futura psicóloga educacional. Por lo que me gustaría compartir por este medio algunas reflexiones que creo serán útiles tanto para mis compañeros y futuros colegas psicólogos/as como para quienes se desempeñan en contextos educativos hoy en día.
Pienso que el sistema educativo debería incorporar una perspectiva de inclusión en la práctica, que apueste por una transformación global de la escuela, dejando atrás la postura segregadora y excluyente de la integración, que se ha enfocado (y muchas veces lo sigue haciendo) en la dificultades o necesidades particulares de los niños, distinguiendo notoriamente entre niños “normales” y “especiales”, dando principalmente respuestas técnicas a problemas sociales, en vez de poner el foco en el contexto y las barreras que muchas veces este mismo impone para que todos los estudiantes aprendan, participen y se desarrollen con la mejor calidad de educación posible.
Lamentablemente nos enfrentamos a un sistema educativo que tiende a valorar negativamente la diferencia, eso conduce a la exclusión y la discriminación del que no se ajusta a la norma entendida como el promedio, relegando a estos niños a espacios restringidos de aprendizaje y desarrollo, tratándolos según supuestas “necesidades educativas especiales” que acrecientan cada vez más esas diferencias. Sería óptimo que se respetaran y aceptaran las diferencias como enriquecedoras, generando un espacio que esté en función de dar respuestas a la diversidad y que todos los estudiantes junto a profesores puedan colaborar y participar en la resolución conjunta de problemas. Estos alumnos deberían poder acceder sin inconvenientes a cualquier establecimiento, que se asegure su permanencia y el progreso continuo de sus capacidades, evitando así la discriminación.
Además, he llegado a comprender como el desarrollo en el ámbito educacional se consigue al potenciar las capacidades de cada persona en sus ambientes de desenvolvimiento, en cómo la cultura y los contextos de participación permiten la inclusión de las personas, poniendo el énfasis en la promoción de aprendizajes socialmente relevantes y experiencias educativas de calidad y equitativas, que sean pertinentes a las necesidades y características de cada estudiante.
Para que lo anterior sea posible, es necesario que todos los componentes de la comunidad educativa se hagan partícipes, para que todos se sientan parte, escuchados y valorados en éste espacio. Ideal sería que cada estudiante tenga un rol activo en su proceso de aprendizaje y que este desemboque en un proceso de individuación, de realización y de formación la propia personalidad de los estudiantes en un contexto de libertad y cooperación constante.
Creo firmemente que el cambio es posible, pero sólo desde el trabajo colectivo y colaborativo de todas las partes que conforman la comunidad educativa,  pues cada miembro es un factor relevante en la generación de conocimientos que no apunten a la adaptación normalizadora y la integración, sino que a la transformación y la inclusión, que se comprenda que todos tienen necesidades personales y educativas diferentes y que se potencien las capacidades para que todos sean partícipes de la cultura en que vivimos.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario