Huguet, T. (2009). El trabajo colaborativo entre el profesorado
como estrategia para la inclusión. En Giné, C. (Ed.), La educación inclusiva: de la exclusión a la plena participación de todo
el alumnado, (pp. 81-94). Barcelona: Horsori.
Por Carmen Paz Soto
R.
Síntesis del texto
La autora comienza planteando que para generar inclusión
en las escuelas se requiere de procesos de cambio en las prácticas y
metodologías de la cultura docente. Para esto, es necesario dejar atrás ciertos
procedimientos arraigados, como son la tendencia a la especialización del
profesorado que genera delegación y fragmentación, la división de grupos por
ser supuestamente “especiales” que sólo fomenta la exclusión y la
discriminación y la eliminación de ciertos prejuicios acerca de su forma de ser
que se centran más en sus dificultades o diferencias que en sus potencialidades
y las cosas que los unen a los demás alumnos.
Ante los problemas mencionados, se plantea la necesidad
de flexibilizar las fronteras entre los profesionales especializados y los
docentes curriculares para construir redes de apoyo mutuo. De esta forma, se
puede evitar que se aíslen y acoten su ámbito de intervención y participación
en la escuela. Lo que provoca muchas veces inseguridad y miedo en los docentes
que no se atreven a trabajar con alumnos con dificultades, menospreciando sus
propias capacidades y delegando el trabajo a los “especialistas”. Se reconoce
que el conocimiento especializado es muy importante, pero para ser útil debe
ser desmitificado, compartido y contrastado con las perspectivas de los
docentes que trabajan a diario con los alumnos. Deberían generar un trabajo colaborativo
creando estrategias y procedimientos donde todos los docentes puedan sentirse
seguros de acoger y educar a la diversidad de alumnos, para que todos puedan
aprender y participar de los espacios educativos.
Por otro lado, se propone que el trabajo en los centros
educativos debe enmarcarse en un ambiente de respeto, compromiso mutuo,
solidaridad y confianza. Esto permitiría entender las diferencias como un valor
que fomenta el crecimiento, la autonomía profesional y el bienestar del equipo. Esto
significa, generar un espacio de cooperación donde las relaciones y la comunicación
sean ejes para el cambio y las mejoras del aula. Para esto, es importante que
exista un equipo directivo con implicación, espacios de reunión para hablar de
inclusión, compartir objetivos, prácticas, metodologías y evaluaciones de lo
que va sucediendo, docentes con autoestima y confianza que sean capaces de trabajar
juntos, políticas de formación que favorezcan el análisis, la discusión, la
toma de responsabilidades y una actitud proactiva donde no se sienta miedo a
exponerse o equivocarse, y se fomente el entendimiento mutuo y las relaciones
de trabajo significativas.
Para
aumentar el trabajo
colaborativo y favorecer la inclusión, puede ser también beneficioso que
existan dos profesores en el aula. Esto ayuda en la valoración conjunta de las
dificultades, en la exploración de alternativas y en la adopción de retos
compartidos como un instrumento efectivo para el cambio educativo. Se requieren
entonces, ciertas capacidades y actitudes en ambos profesionales para que
exista un clima relacional de colaboración. Estas son: las comunicaciones
dentro del sistema, la bilateralidad, complementariedad, autonomía,
corresponsabilidad, actitud proactiva, reconocimiento del saber del otro,
respeto, aceptación, empatía, confianza, indagación y la creatividad.
En relación a los profesionales especializados de apoyo, la autora
afirma que son clave para mejorar las aulas, para la generación de relaciones cooperativas/constructivas
y propuestas de cambio. Estos deben tener es una gran sensibilidad y
responsabilidad en relación a la inclusión y el trabajo colaborativo, de modo
que puedan favorecer un ambiente de apoyo mutuo. Se debe dejar atrás la visión
de éstos como expertos y autoridad de conocimientos específicos, ya que sólo provoca
inseguridades en los docentes, para pasar a verlos como agentes de cambio
escolar en el intercambio de saberes, en un marco de respeto y aceptación,
donde se trabaje conjuntamente con los profesores del aula, y así buscar las
mejores soluciones, metodologías y estrategias de enseñanza ante las
dificultades que se presentan en la difícil tarea de trabajar con la diversidad
de alumnos.
Finalizando, Huguet aborda tres momentos en
los que debe existir colaboración: planificación, comunicaciones durante la
actividad, y evaluación. El primero se
refiere a los acuerdos entre docentes previo al trabajo del aula, la
preparación, la negociación de roles, el acuerdo en cuanto a contenidos, la
gestión de las formas, tiempos, uso del espacio, materiales, organización de
grupos, etc, teniendo en cuenta a todo el grupo de alumnos y valorando sus
distintas necesidades. El segundo se refiere a las comunicaciones en el trabajo
mismo del aula (entre profesores y con alumnos), es aquí donde se mantienen
atentos a los comportamientos, necesidades, dudas, conflictos, dificultades,
éxitos y comentarios que favorezcan la participación y el aprendizaje de todos
los alumnos. Y por último, la evaluación apunta a la valoración conjunta de las
sesiones compartidas para generar mejoras metodológicas y del nivel de
colaboración en el aula. Se evalúa lo referente al proceso enseñanza-aprendizaje (actividades
realizadas, propuestas, etc.) y las interacciones y relaciones que se dieron, recogiendo
la opinión del otro para ampliar las perspectiva de análisis y favorecer el
cambio, la implicación y el compromiso con un trabajo colaborativo entre
docentes.
Se concluye que para generar aulas inclusivas,
los docentes deben generar dinámicas de colaboración y compromiso con el
proyecto educativo para que todos los alumnos puedan participar y aprender.
Comentario Personal
Para avanzar hacia escuelas con prácticas y metodologías
inclusivas es importante tener siempre presente el rol fundamental que tienen
los docentes como agentes de mejora y cambio. Muchas veces las intervenciones se
enfocan a estudiantes con dificultades, dejando el trabajo a “expertos” o
profesionales especializados, sin tener en consideración las enormes
potencialidades de los profesores que ya conocen y trabajan a diario con los
estudiantes. Planificar y desarrollar un trabajo colaborativo y conjunto sería
la clave para avanzar hacia aulas inclusivas que atiendan a la diversidad del
alumnado, en donde todos puedan participar y aprender en un contexto educativo
grato.
Citas textuales
“Progresivamente habrá que superar perspectivas centradas
en el individuo (alumno o profesor), para atender a la capacidad de cambio de
los sistemas, los centros y los grupos de profesores; los sistemas (escuela,
aula, comunidad), son auténticos generadores y “sostenedores” de los cambios
educativos hacia metodologías inclusivas” (Huguet, 2009, pp. 82)
“La fragmentación y la especialización acaba aislando a
los educadores, acotando su ámbito de intervención, y los convierte en
profesionales que necesitan la ayuda de expertos y especialistas en cada
parcela educativa, según el problema o decisión a la que se enfrentan.” (pp. 82-83)
“El reto es que todos los profesores se impliquen en la
mejora de las situaciones de enseñanza para que todos los alumnos puedan
participar y aprender.” (pp. 91)
“En definitiva, para construir aulas en las que todos los
alumnos puedan aprender y participar, […], es necesario crear dinámicas de
colaboración entre docentes para que todos vayan tomando responsabilidades de
ese proyecto y puedan participar, sea cual sea su área de conocimiento.” (pp. 94).
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