domingo, 19 de octubre de 2014

El trabajo colaborativo entre el profesorado como estrategia para la Inclusión

Huguet, T. (2009). El trabajo colaborativo entre el profesorado como estrategia para la inclusión. En Giné, C. (Ed.), La educación inclusiva: de la exclusión a la plena participación de todo el alumnado, (pp. 81-94). Barcelona: Horsori.


Por Carmen Paz Soto R.

Síntesis del texto

La autora comienza planteando que para generar inclusión en las escuelas se requiere de procesos de cambio en las prácticas y metodologías de la cultura docente. Para esto, es necesario dejar atrás ciertos procedimientos arraigados, como son la tendencia a la especialización del profesorado que genera delegación y fragmentación, la división de grupos por ser supuestamente “especiales” que sólo fomenta la exclusión y la discriminación y la eliminación de ciertos prejuicios acerca de su forma de ser que se centran más en sus dificultades o diferencias que en sus potencialidades y las cosas que los unen a los demás alumnos.
Ante los problemas mencionados, se plantea la necesidad de flexibilizar las fronteras entre los profesionales especializados y los docentes curriculares para construir redes de apoyo mutuo. De esta forma, se puede evitar que se aíslen y acoten su ámbito de intervención y participación en la escuela. Lo que provoca muchas veces inseguridad y miedo en los docentes que no se atreven a trabajar con alumnos con dificultades, menospreciando sus propias capacidades y delegando el trabajo a los “especialistas”. Se reconoce que el conocimiento especializado es muy importante, pero para ser útil debe ser desmitificado, compartido y contrastado con las perspectivas de los docentes que trabajan a diario con los alumnos. Deberían generar un trabajo colaborativo creando estrategias y procedimientos donde todos los docentes puedan sentirse seguros de acoger y educar a la diversidad de alumnos, para que todos puedan aprender y participar de los espacios educativos.
Por otro lado, se propone que el trabajo en los centros educativos debe enmarcarse en un ambiente de respeto, compromiso mutuo, solidaridad y confianza. Esto permitiría entender las diferencias como un valor que fomenta el crecimiento, la autonomía  profesional y el bienestar del equipo. Esto significa, generar un espacio de cooperación donde las relaciones y la comunicación sean ejes para el cambio y las mejoras del aula. Para esto, es importante que exista un equipo directivo con implicación, espacios de reunión para hablar de inclusión, compartir objetivos, prácticas, metodologías y evaluaciones de lo que va sucediendo, docentes con autoestima y confianza que sean capaces de trabajar juntos, políticas de formación que favorezcan el análisis, la discusión, la toma de responsabilidades y una actitud proactiva donde no se sienta miedo a exponerse o equivocarse, y se fomente el entendimiento mutuo y las relaciones de trabajo significativas.
Para aumentar el trabajo colaborativo y favorecer la inclusión, puede ser también beneficioso que existan dos profesores en el aula. Esto ayuda en la valoración conjunta de las dificultades, en la exploración de alternativas y en la adopción de retos compartidos como un instrumento efectivo para el cambio educativo. Se requieren entonces, ciertas capacidades y actitudes en ambos profesionales para que exista un clima relacional de colaboración. Estas son: las comunicaciones dentro del sistema, la bilateralidad, complementariedad, autonomía, corresponsabilidad, actitud proactiva, reconocimiento del saber del otro, respeto, aceptación, empatía, confianza, indagación y la creatividad.

En relación a los profesionales especializados de apoyo, la autora afirma que son clave para mejorar las aulas, para la generación de relaciones cooperativas/constructivas y propuestas de cambio. Estos deben tener es una gran sensibilidad y responsabilidad en relación a la inclusión y el trabajo colaborativo, de modo que puedan favorecer un ambiente de apoyo mutuo. Se debe dejar atrás la visión de éstos como expertos y autoridad de conocimientos específicos, ya que sólo provoca inseguridades en los docentes, para pasar a verlos como agentes de cambio escolar en el intercambio de saberes, en un marco de respeto y aceptación, donde se trabaje conjuntamente con los profesores del aula, y así buscar las mejores soluciones, metodologías y estrategias de enseñanza ante las dificultades que se presentan en la difícil tarea de trabajar con la diversidad de alumnos.

Finalizando, Huguet aborda tres momentos en los que debe existir colaboración: planificación, comunicaciones durante la actividad, y evaluación.  El primero se refiere a los acuerdos entre docentes previo al trabajo del aula, la preparación, la negociación de roles, el acuerdo en cuanto a contenidos, la gestión de las formas, tiempos, uso del espacio, materiales, organización de grupos, etc, teniendo en cuenta a todo el grupo de alumnos y valorando sus distintas necesidades. El segundo se refiere a las comunicaciones en el trabajo mismo del aula (entre profesores y con alumnos), es aquí donde se mantienen atentos a los comportamientos, necesidades, dudas, conflictos, dificultades, éxitos y comentarios que favorezcan la participación y el aprendizaje de todos los alumnos. Y por último, la evaluación apunta a la valoración conjunta de las sesiones compartidas para generar mejoras metodológicas y del nivel de colaboración en el aula. Se evalúa lo referente al proceso enseñanza-aprendizaje (actividades realizadas, propuestas, etc.) y las interacciones y relaciones que se dieron, recogiendo la opinión del otro para ampliar las perspectiva de análisis y favorecer el cambio, la implicación y el compromiso con un trabajo colaborativo entre docentes.

Se concluye que para generar aulas inclusivas, los docentes deben generar dinámicas de colaboración y compromiso con el proyecto educativo para que todos los alumnos puedan participar y aprender.

Comentario Personal

Para avanzar hacia escuelas con prácticas y metodologías inclusivas es importante tener siempre presente el rol fundamental que tienen los docentes como agentes de mejora y cambio. Muchas veces las intervenciones se enfocan a estudiantes con dificultades, dejando el trabajo a “expertos” o profesionales especializados, sin tener en consideración las enormes potencialidades de los profesores que ya conocen y trabajan a diario con los estudiantes. Planificar y desarrollar un trabajo colaborativo y conjunto sería la clave para avanzar hacia aulas inclusivas que atiendan a la diversidad del alumnado, en donde todos puedan participar y aprender en un contexto educativo grato.

Citas textuales             

“Progresivamente habrá que superar perspectivas centradas en el individuo (alumno o profesor), para atender a la capacidad de cambio de los sistemas, los centros y los grupos de profesores; los sistemas (escuela, aula, comunidad), son auténticos generadores y “sostenedores” de los cambios educativos hacia metodologías inclusivas” (Huguet, 2009, pp. 82)

“La fragmentación y la especialización acaba aislando a los educadores, acotando su ámbito de intervención, y los convierte en profesionales que necesitan la ayuda de expertos y especialistas en cada parcela educativa, según el problema o decisión a la que se enfrentan.” (pp. 82-83)

“El reto es que todos los profesores se impliquen en la mejora de las situaciones de enseñanza para que todos los alumnos puedan participar y aprender.” (pp. 91)


“En definitiva, para construir aulas en las que todos los alumnos puedan aprender y participar, […], es necesario crear dinámicas de colaboración entre docentes para que todos vayan tomando responsabilidades de ese proyecto y puedan participar, sea cual sea su área de conocimiento.” (pp. 94).

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