Murillo, J., Román, M. y Hernández, R.
(2011). Evaluación educativa para la justicia social. Revista Iberoamericana de evaluación educativa, 4, 1,
7-23.
Por Carla Vargas
Síntesis:
Respecto
a la evaluación en la educación se puede
decir que posee diversos fines y utilidades, por una parte está la medición y
constatación de los logros que consiguió el evaluado, además de trazar
lineamientos, metas y objetivos respecto a lo que se espera del proceso de
enseñanza. Otra relevancia de la evaluación sería que mediante esta se conseguiría la tan anhelada justicia,
inclusión e igualdad social. Esto ocurriría ya que midiendo las necesidades,
dificultades y fortalezas de cada estudiante se ofrecería una educación de calidad
y democrática.
Con
ello la educación sería el punto de partida hacia una sociedad inclusiva e igualitaria,
estaría aportando a lograr justicia y transformación social. Un acceso
igualitario a la educación de calidad formaría ciudadanos íntegros, reflexivos,
con capacidades intelectuales eficaces a la sociedad actual.
Un
concepto que posee un rol central en el texto es el de Justicia Social, el cual
posee una connotación sumamente política y que es comprendido como un ideal
alcanzable y que guarda relación con una sociedad mejor, justa, inclusiva,
democrática, segura, etc.
Los
autores consideran que para que esta se logre, deben existir tres condiciones,
las cuales son la Distribución, el Reconocimiento y la Participación.
El
primer concepto se refiere a la distribución de recursos materiales y
culturales, que involucra cuatro principios básicos que son la justicia igualitaria, que implica que cada persona reciba una parte de lo que se distribuye, la basada en las necesidades, que como es nombrada conlleva que cada persona reciba lo que necesita, la fundamentada en el mérito, que busca que cada persona reciba de acuerdo a sus contribuciones y la de acuerdo con la diferencia, que implica que quienes están en desventaja reciban más beneficios.
El concepto de Reconocimiento busca que tanto minorías como mayorías (sexuales, raciales, culturales, etc.) sean respetadas, reconocidas y consideradas como igualitarias.
El concepto de Reconocimiento busca que tanto minorías como mayorías (sexuales, raciales, culturales, etc.) sean respetadas, reconocidas y consideradas como igualitarias.
El
concepto de Participación implica que las personas sean consultadas y
respetadas en la toma de decisiones que involucren aspectos de su vida, además
de la posibilidad de participar en instancias sociales y culturales
enriquecedoras para si.
Las
bases de la Justicia Social (Distribución, Reconocimiento y Participación) son
por ende las bases para una educación inclusiva e igualitaria, esto ya que
mediante una educación de alta calidad y de justa distribución, que dedique
recursos a quienes por falta de ellos en su entorno social o familiar requieran
de mayores elementos para ser ciudadanos con las mismas capacidades y
conocimientos a quienes poseen recursos, conseguiríamos la justicia social. De
igual forma, el reconocimiento, el respeto y la valoración de las diferencias
individuales o culturales, fomentaría una sociedad inclusiva al igual que la
participación libre y sana.
A
partir de la evidencia del rol de la evaluación en la educación en la
consecución de la Justicia Social se hace obvia la necesidad de contar con
mecanismos eficientes y coherentes con los principios mismos de la Justicia
Social.
Para
ello debemos partir de la premisa de que el fin de la educación es que los
estudiantes aprendan, pero aquí entra en juego una condición cierta, que todos
los estudiantes son diferentes y que por ende sus formas de aprender, no son
iguales.
Por
ende la evaluación debe considerar sus diferencias de sexo, lengua, capacidad y
clases social, entre muchos otros factores.
En
conclusión, la evaluación favorece la mejora de los índices de inclusión en la
educación, contribuyendo a la creación de mecanismos para que todos logren
desarrollarse según sus intereses, necesidades y capacidades.
La
obtención de bajos resultados en las evaluaciones se pueden exigir regulaciones
y modificaciones que permitan mejorar la calidad de la educación que finalmente
se reflejaría en la mejora de los resultados.
Para la evaluación hay que considerar dos aspectos, primero
las dimensiones implicadas en el desarrollo integral de las personas y segundo
la interacción de estas dimensiones, ya que el objetivo de la evaluación es
direccionar los programas y los actores involucrados en la enseñanza para
lograr que esta sea una herramienta para la justicia social.
Finalmente los autores señalan 11 factores que son
determinantes para determinar el grado de contribución de la educación para la
consecución de una sociedad justa.
Los factores son:
1. Verificar la universalidad e igualdad en el
acceso a la educación.
2.
Dar cuenta de la heterogeneidad social y
cultural de los estudiantes en escuelas y entre escuelas.
3.
Evaluar la calidad del proceso de enseñanza y
aprendizaje en el aula.
4.
Informar respecto de las condiciones y recursos
para aprender.
5.
Monitorear el respeto y ejercicio de derechos de
los niños, niñas y jóvenes en la escuela.
6.
Evaluar la participación de estudiantes, las
familias y comunidad en la escuela.
7.
Supervisar la eficiencia interna de las
escuelas.
8. Evaluar los resultados y desempeños académicos
de los estudiantes a nivel integral.
9.
Valorar la actitud y el compromiso del
profesorado por los estudiantes
10. Evaluar
el compromiso y las acciones de los directores y directoras
11. Supervisar la gestión de los administradores, las redes y los apoyos externos a
la escuela.
Breve comentario:
El
texto es sumamente útil para apreciar la importancia y utilidad de la
evaluación en la educación, sobre todo desde una mirada pocas veces considerada
como lo es la evaluación como una herramienta para lograr la justicia social.
Se
evidencia que la evaluación es un instrumento sumamente complejo de
construcción ya que para ello es necesario considerar un gran numero de
factores como lo son las diferencias individuales de los estudiantes.
Citas textuales:
“[…] ni todos los y las estudiantes son iguales, ni la forma
que tienen de aprender.” (pp.14)
“[…] la evaluación que los acompañe y retroalimente en sus
procesos y logros ha de considerar y reconocer la diversidad de los estudiantes
en cultura, lengua materna, género, capacidad o clase social, entre otros.” (pp.14)
“[…] una evaluación para la Justicia Social requiere (...)
analizar y reflejar el (...) aprendizaje y desempeño de mujeres y hombres, con
diferentes capacidades, pero iguales en derechos; (...) para así poder dar
mayor relevancia y pertinencia a la educación que estos grupos y colectivos
necesitan.” (pp.14)
“Hay dos aspectos a considerar en este desafío para la
evaluación: por un lado, la necesaria consideración de todas las dimensiones
implicadas en el desarrollo integral de los sujetos; y, por otro, su abordaje
en tanto dimensiones completamente interrelacionadas, que se nutren y se
construyen en un permanente diálogo. La evaluación tiene gran poder en orientar
y presionar a los sistemas, escuelas y actores en función de aquello que será
evaluado.” (pp.15)